miércoles, 13 de agosto de 2008

RAICES LEJANAS



... Y siempre fuí igual... me gustaba estar rodeado de gente pero siempre solo, recuerdo los dias de niñez cuando todo me daba miedo, la oscuridad, la gente extraña, los ruidos fuertes, las miradas ajenas... todo eso que hoy en día me es tan natural, incluso tan reconfortante como la oscuridad, pero ahora que lo pienso no era la oscuridad propiamente tal la que me asustaba, sino la soledad intesificada por la falta de luz y eso... eso aún me acompaña... ese disgusto por la soledad que tanto bien nos hace, ese desamor por quién nunca nos deja solos, la soledad que nos acompaña cuando no hay nadie más... pero hoy es distinta, esa soledad es distinta, maduró junto conmigo y se hizo fuerte, orgullosa y a veces amiga cruel... más cuando me siento con ella en la cima de un cerro y miro alrededor, ella me susurra lo solo que estoy, pero al mirarla no me siento solo... recuerdo lo que aprendí cuando niño y lo comento con ella y ella ríe conmigo al ver lo inocente que eramos... eramos...
Esa inocencia que se quedó en el tiempo junto con los miedos y que se añora como un lazo umbilical pues nos protegía y abrazaba todo el tiempo, esa que nos hacía sonrojar frente a alguien mayor o nos causaba admiración con simples detalles como el vuelo de un avión... esa inocencia, esos miedos superados, esa experiencia adquirida y esta soledad que me acompaña se sienten hoy como raices lejanas que aún me atan a esta tierra... y cuando miro alrededor, sentado en esta cima, aunque sé que estoy solo, el cielo aún es azul, los prados aún son verdes y el viento juega conmigo diciendome que todo está bien aunque mis raices estén a 37 años de distancia...

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